Mi vocación no es trabajo,
mi profesión, sí;
y aunque cada jornada trabajo
por vivir mejor una
y crecer en otra,
las acciones proyectan
a quién sigo
y a quienes sirvo.
Sigo al Señor que me llamó
y envió a trabajar en su campo,
trabajo sirviendo a su rebaño
y ofreciéndole el pasto verde
de las cosas de la fe
y de las ciencias
para sus vidas.
Debo seguir viviendo
el llamado que se me hizo
y actuando, el trabajo que se me confió.
De la mano de la Madre y Maestra,
continuaré andando el seguimiento
y aprendiendo el servicio.
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