lunes, 9 de noviembre de 2009

Hermoso testimonio que vale la pena atesorar...

Este es un hermoso testimonio que me llegó por correo electrónico y por lo valioso, deseo atesorarlo en mi blog. Me "llenó", por eso lo comparto.



La chica de la foto se llama Katie Kirkpatrick. En la época de esta conmovedora historia (2005), contaba ella con 21 años de vida. A su lado se encuentra Nick, su novio, que por entonces tenía sus 23 años. Esta foto, como atestigua el correo recibido, fue tomada poco antes de la ceremonia de casamiento de ambos, realizada el 11 de enero de 2005 en los Estados Unidos. Katie tenía cáncer, en estado terminal, y pasaba horas por día recibiendo tratamiento y medicación. En la foto, Nick, aguarda junto a ella el término de una más de esas largas sesiones.

A pesar de haber sentido mucho dolor, pues varios de sus órganos presentaban falencias en su funcionamiento, y aún teniendo que recurrir a la morfina en cada vez más elevadas dosis, Katie llevó adelante su casamiento, haciéndose cargo, cuidadosamente, de todos los detalles, incluso los personales. En este sentido, su vestido de bodas tuvo que ser ajustado varias veces, pues Katie perdía peso todos los días debido al cáncer.



Un accesorio inusitado en la fiesta fue el tubo de oxígeno usado por Katie. El accesorio acompañó a la novia en toda la ceremonia y la celebración posterior. Esto no menoscabó la alegría de la pareja que se contuvo mutuamente todo el tiempo, a la vez que recibieron el incondicional apoyo de los demás. La otra pareja que aparece en la foto son los padres de Nick, emocionados con el casamiento de su hijo con la mujer de la que se enamoró desde la adolescencia.


A pesar de las circunstancias, que aconsejarían la discreción y parcimonia, muy por el contrario no faltó la alegría desbordante en toda la celebración, alegría que es propia del verdadero amor. Por momentos esta fue muy significativa entre todos los presentes. Como es el caso de esta foto donde observamos a Katie, sentada en una silla de ruedas y con el tubo de oxígeno, escuchando y sonriendo alegre y gustosamente a su marido junto a sus amigos cantando felices para ella, la esposa.


La alegría, por cierto, no quita la cortesía y en el realismo de la situación todos saben comprender lo que vive Katie. Ante el dolor que le impide estar completamente dispuesta, todos colaboran cuando debe reposar un poco para restablecerse físicamente y continuar la celebración de su boda. Descansar un poco, y continuar.




Katie murió 5 días después de su boda. Nick estuvo siempre a su lado.
Ver una mujer tan debilitada vestida de novia y con una sonrisa en los labios y, a su marido sosteniéndola constantemente, nos hace pensar... la felicidad, en medio del esfuerzo cotidiano, siempre está al alcance del que la busca, dure cuanto dure; dejemos de complicar nuestras vidas en estériles superficialidades egoísta, y dipongámonos a vivir el amor, con toda nuestra vida, por breve que parezca.



La vida es corta...,

trabaje como si fuera su primer día,

perdone rápidamente,
bese demoradamente,

ame verdaderamente,
ría incontrolablemente,
y nunca deje de sonreír
por mas extraño que sea
el motivo.
La vida no puede ser la fiesta que esperábamos,
pero, en cuanto estamos aquí, debemos sonreír mucho y dar gracias constantemente...

En gratitud por el testimonio de Katie y Nick.