martes, 20 de octubre de 2009

Don Bosco pasó por Mendoza... (1)

Desde hacía mucho tiempo, todo se preparaba.
No hubo espacio desaprovechado para poner en cada corazón la chispa del anhelo de su venida.
Sólo el pensar que venía a vernos, hacía algo así como "incontrolables" el ansias y el gozo, esperando ese día...
Y ese día llegó. Era el 14 de octubre de 2009. El día señalado.


A las 07:25 se abrían las compuertas de la camioneta que lo trasladaba, y brilló su presencia junto a nosotros en la Plaza Pedro Del Castillo, en el Área Fundacional.
El amor del Padre, se hizo sol, y se arremolinaba el cariño de los hijos que, no dejamos de emocionarnos, reir felices, unirnos en su derredor y festejar.

Verlo descender lentamente en medio del respetuoso silencio de mis muchachos de 3° de Humanidades y Economía, junto a docentes y amigos, exalumnos, los chicos de la Murga, curiosos y gente en general, fue ciertamente los que se dice "fuerte"... Aquel Juan Bosco que recorría las calles de Turín, se disponía a caminar las calles de Mendoza, con nosotros... No lo podía creer... pero era así... él iba a caminar conmigo...

Nos enracimamos junto al Padre, y como quien toma a alguien amado de la mano, apoyamos nuestras manos en los pasamanos de la urna y salimos a caminar... La Plaza, las calles, el Parque, gente, tránsito en general: ¡Hoy la calle es de Don Bosco, y sus muchachos!

Quizá, la alegría y la emoción de la Caminata, me hizo no advertir ni un estridente bocinazo, ni la insistente acelerada que busca apurar, ni un irrespetuoso insulto...
Todo era Fiesta: murga ruidosa y acompasada, cantos alegres y repetidos, sonrisas compartidas, abrazos de reencuentros, caminata alegre y agitada... era Don Bosco que caminaba con nosotros..., era Don Bosco, quién nos visitaba. Un Santo por las calles de mi ciudad; un Santo por las calles de mi Mendoza...

Entrar en el Colegio, fue una Fiesta aparte. Toda la Primaria y el Inicial con vistosas porras y banderas, con cantos y gritos jubilosos lo recibió.
¡Viva Don Bosco! se vitoreaba, a lo que en un sólo coro todos respondían entusiastas: ¡Viva!
Lo mismo gritaban los demás muchachos de los Octavos, Novenos, Primeros y los muy serviciales de los Segundos, que cuando pasamos frente al Colegio, rodeando la manzana céntrica, desbordaron la puerta de Casa y los escalones de ingreso con su alegría, gritando y saltando, vitoreando y aplaudiendo el paso del Padre.

Todo quedó en mi corazón, y como en el cofre de los tesoros o de los más preciados recuerdos... lo guardo, porque de lo vivido... lo mejor, está por llegar.

Se las sigo en otra...